Acabé. Veo mi cuadro y pienso,
reflexiono. ¿Estoy contento con el resultado? Dudo, soy bastante
perfeccionista, me gustan las cosas bien hechas. Otros lo llamarían
inseguridad. Pero… ¿Por qué tendría que estar contento con el resultado?
Pensándolo bien, este cuadro no tiene que ser un fin en sí mismo. Es un medio,
un camino, pero ¿hacia dónde? No lo sé.
A primera vista lo que más me llama
la atención es el acueducto, supongo que será porque es una de las partes más
figurativas del cuadro, el resto se encuentran entra la figuración y la
abstracción.
Y es que ahora que lo pienso… cuando
vine a esta ciudad fue lo primero que vi, lo que más me llamo la atención. Y
supongo que no es casualidad, teniendo en cuenta el tamaño de esta monumental
construcción. Es como una enorme puerta a la ciudad, de entrada y salida.
También me llama la atención el Sol.
Pero… todos los que vivimos aquí sabemos que en Segovia el Sol muchas veces
brilla por su ausencia. Aunque seguramente sea porque la persona que lo ha
dibujado asocie las sensaciones que produce el astro rey con las sensaciones vividas
en la ciudad. Y es verdad. Desde que vine, he podido sentir el calor de
personas increíbles que he conocido. Me llama la atención cómo en tan poco
tiempo se puede llegar a querer tanto. Recuerdo como una amiga me dijo que, sus
nuevos amigos, las buenas experiencias vividas en esta ciudad… son lo mejor que
le ha pasado en mucho tiempo. Y tiene razón.
Sin embargo, dicen que nunca se
termina de conocer al cien por cien a una persona, aunque tampoco me importa.
Es cómo una ciudad, nunca terminaré de conocerla por completo pero, ¿acaso me
tiene que dejar de gustar? Para nada. Es la atracción de lo desconocido, y de
lo que me queda por conocer.
Pero enlazando con esta idea,
también quiero decir que las ciudades muchas veces proyectan una cara al exterior
que no coincide con la propia forma de ser de la ciudad. Ahora entiendo el
significado de la casa morada resplandeciente con interior negro del cuadro.
Dicen que Segovia está anclada en el pasado, que tiene un trasfondo conservador
e inmovilista. Puede que sea verdad, pero si es así, es algo que forma parte de
su esencia, para bien o para mal.
Al igual que también forman parte de
su naturaleza todas aquellas personas que se sueñan y se esfuerzan en adaptar
la ciudad a los nuevos tiempos, a los nuevos compromisos.
Y personalmente, ahí podemos estar
nosotros, los alumnos de publicidad. No solo hemos venido aquí para conseguir
este grado. Estamos aquí para ser críticos, pero también sensibles con el mundo
que nos rodea. Ya sea a través de nuestra formación, de nuestras aficiones, de
nuestras relaciones… todo vale. Estamos para crecer como personas. Puede que
suene muy filosófico, pero, pasado un año desde que vine a esta ciudad, no soy
el mismo. Y creo que todos vosotros tampoco.
Al igual que una ciudad va cambiando
con los años, las personas también. Y si voy más allá, me atrevo a decir que la
ciudad son las personas. Y no estoy muy desencaminado con esta idea. Para
Aristóteles, la ciudad era una asociación de
familias y poblados reunidos para gozar
juntos de una vida feliz e independiente. Esto lo dijo hace más de 20 siglos,
pero a día de hoy, parece que sus ideas no están desacertadas.
En este sentido,
pienso de forma parecida a Aristóteles. Para mí, la ciudad la forman las
personas. Cada uno de los individuos que deciden organizarse de forma conjunta
para poder alcanzar la felicidad. ¿O acaso nosotros no hemos venido aquí para
poder ser más felices? A pesar de haber vivido momentos duros, que nos han
hecho más fuertes.
Pero más
concretamente, para mí esta ciudad es una aglomeración de historias, de lazos
de afectividad, que unen y desunen a partes iguales, como las calles. Es
increíble la similitud, desde un punto de vista metafórico, que existe entre la
naturaleza física de esta ciudad (sus calles, sus casas, sus edificios
emblemáticos…) y la propia vida de las personas. Cuestas, estrecheces,
oscuridad… pero también color, sabor, belleza… todo a parte iguales. Segovia
tiene un carácter bipolar, es una ciudad de contrastes, como los contrastes de
color que hay en el cuadro.
En sus calles
puedes ver a personas de todo tipo, de toda nacionalidad. Segovia tiene cierto
aire cosmopolita. Pero a la vez, toda ella está bañada por una atmósfera de
pasado y tradición. Supongo que ésta será una de las razones por la que cientos
de visitantes y turistas se acercan a ella cada día.
Comencé diciendo
que este cuadro no era un fin en sí mismo, sino un medio. Un camino, un paseo,
al igual que mi estancia en Segovia. Cuando acabe la carrera me iré de esta
ciudad, casi con toda seguridad. Después, aún no sé cuál será mi próxima parada.
Lo que sí sé es que
esta ciudad me habrá dejado huella, una de las más importantes de mi vida, de
eso estoy seguro. Porque la vida no son más que huellas, marcas y señales. Cuando
nacemos, nuestra mente es una hoja en blanco, como dirían los empiristas. Sin
embargo, con el tiempo, poco a poco, con cada huella, vamos escribiendo nuestra
propia historia.
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